Zeus, dios del trueno y el rayo, estaba nuevamente enamorado de una mortal. La escogida era la bella Seméle, hija del rey de Tebas, a la que Zeus visitaba todas las noches en sus habitaciones de palacio y le entregaba sus apasionadas caricias divinas.
La joven quedó embarazada, pero había un pequeño problema: Zeus era casado con la celosa diosa Hera, quien al enterarse de las nuevas infidelidades de su esposo, tomó el aspecto de nodriza y se empleó como sirviente de Seméle. Bajo las insidiosas sugerencias de Hera, la joven una noche le suplicó a Zeus que se manifestara para ella en todo su poder y magnificencia, no fuese a ser él un falso dios. Zeus, que en una fogosa noche de amor le había prometido a Seméle que el cumpliría los deseos que quisiera (todos los hombres cometemos ese error), muy a pesar suyo no pudo negarse, y los rayos y relámpagos y truenos en que se convirtió consumieron a su enamorada.
Pero Zeus logró en el último instante salvar al hijo que la princesa llevaba en su vientre. Lo tomó y se lo cosió en un muslo, y cuando el niño estuvo maduro lo sacó a la luz y le bautizó como Dionisos, que significa ''el nacido dos veces''.
Sigue...